Ayer observaba a mi sobrino mayor mientras veía la televisión. Tiene diez años, ya es todo un hombrecito y siempre me ha parecido un niño demasiado serio y pensativo. Quise recordar como era yo a su edad y es curioso porque me vino a la cabeza algo que creía ya olvidado.
Tendría más o menos su edad cuando mi madre decidió llevarse a mis tres hermanos al pueblo y dejarme a mí con mi padre. No sé porqué no me llevó con ellos, nunca se lo pregunté.
Mi padre siempre me dio miedo, aún así tenía sentimientos encontrados hacía él porque le quería mucho, le amaba con todas mis fuerzas. Era (y supongo que seguirá siendo) ebanista y ese fin de semana lo dedicaría a remodelar nuestras habitaciones. Mientras él trabajaba la madera yo me entretenía observándole, me encantaba. Recuerdo intensamente el olor a barniz y a cola, como disfrutaba curioseando dentro de la caja de herramientas (había tantas cosas…), ver el serrín suspenderse en el aire….etc
Una mañana me pidió que le ayudara y aunque no me sentía capacitado para llevar a cabo la tarea le dije que lo haría. No quería decepcionarle, para una vez que contaba conmigo…Estaba tan emocionado y nervioso que escuché con atención sus explicaciones.
Solo tenía que pasar un taco de madera con fuerza sobre un tablero que había sido fijado con cola en la pared para que se pegara. Me dediqué a mi labor con suma dedicación durante mucho tiempo… descansaba y al rato volvía al trabajo sintiéndome útil y buscando su reconocimiento.
Pero un despiste hizo que todo el trabajo se fuera al traste porque pasé el taco por el lado equivocado ya que había un clavo y cuando quise darme cuenta había rayado el tablero recién puesto.
No sabía que hacer, me sentía tan mal … como había podido ser tan torpe…?Cuando mi padre entró a la habitación y vio el destrozo corrió hacia mí y me dio una hostia que me tumbó. Pero eso fue lo que menos me dolió porque lo que realmente me hizo llorar fué haberle decepcionado, haber estropeado nuestro fin de semana, el no poder mirarle a la cara, por sentirme tan pequeño…
Viendo a mi sobrino y recordando lo que narro, me doy cuenta de la fragilidad e inocencia de un niño, de lo vulnerable que pueden llegar a ser, de la necesidad de cariño que inconscientemente piden y de lo fácil que es hacerles daño. Por eso necesito ver a mi sobrino sonreír y cuando le noto tan apagado y silencioso me pregunto que estará pensando…
Que maravilloso material es la madera..¿verdad? ¡Qué colores y que betas tan bonitas tiene!.Puedes sacar de ella lo que quieras.Puedes convertirla en lo que desees:en un precioso tablero de mesa,en la torneada y elegante pata "cabriole" de una butaca, en parte de un complejo y simétrico artesonado...¡tantas cosas....! Delicadas filigranas talladas con un suave buril, suavizadas después por el manejo agil de un cepillo o de un papel de lija. La madera es muy agradecida desde luego...pero tambien la puedes destrozar simplemente a martillazos.
ResponderEliminarCon la madera hay que tener siempre especial cuidado porque si das un mal golpe puedes estropear la obra.Siempre se puede rellenar el agujero con algo de cola o con pasta de madera que lo disimule...pero al final siempre estará ese golpe o ese agujero dentro...por mucho barniz que se le des después para disimularlo.
Por eso a la madera hay que mimarla mucho..aunque luego uses el buril con energía para ir formando la talla...pero siempre con mucho cuidado.
besos mil.
Lector de la SB
Desde luego cuando abordas el tema de los recuerdos familiares en la infancia siempre logras hacerme sentir un nudo en el estómago; en nuestro interior sigue viviendo ese niño interior, que en este caso mira con ojos complices a su sobrino; el noble adulto que eres está a la altura y ya quisiera tu padre tener la mitad de humanidad que posee su hijo.
ResponderEliminarBesos Nobles
Tengo recuerdos agridulces de mi infancia, no es que tuviera una infancia difícil ni especialmente dura porque no fue así, más bien al contrario, sino que algunas cosas que ví o viví me traumatizaron. Muchas veces pienso que esta sí que es mi vida y que mi infancia era como ver la vida desde detrás de una cáscada.
ResponderEliminarBesos.
Cascada*
ResponderEliminarSon mas los dolores psíquicos que los físicos los que nos traumatizan. Una torta se cura, pero el dolor que se queda en el corazón y en el alma, es mucho mayor. No se dan cuentan muchas veces los padres, que la humillación y los gritos hacen que nos dejen marcados por los años esos golpes, y que pueden hacer mucho mal a la hora de relacionarnos luego, no se, muchas cosas se quedan ahí.
ResponderEliminarUna pena que te sucediera eso cariño, pero bueno todo se supera.
Un besote muy grande cielo
Mi padre estaba tan distante siempre que ni siquiera tuvo ocasión de reñirme. Nunca supo cuánto lo eché de menos teniéndolo tan cerca.
ResponderEliminarComo padre he cometido errores, pero ese desde luego que no.
Besos.
Me sumo al nudo estomacal. Creo que ya te he dicho alguna vez que en estos posts tan íntimos (y tan duros) me da pudor hacer comentarios, así que te diré solamente que me ha encantado tu forma de contarlo. Hay demasiadas cosas que, por más que se superen, son imposibles de olvidar.
ResponderEliminarBesos enormes.
Oh dios que precioso post! y que triste tambien!
ResponderEliminarA veces nosotros como adultos provocamos heridas que nunca sanan! Seguro que no lo penso bien tu padre! y sin intencion te hizo una gran herida. Creo que la mejor venganza es devolver esas cosas con amor.
Hablar de esto ayuda a procesarlo y superarlo!
Graacias por compartirlo!
Te envio un abrazo grandote!
Encantadora tú entrada, el tema de los niños emociona mucho, por lo delicados y frágiles que son, y los mayores no siempre ponemos el cuidado suficiente en la forma de tratarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuanto peso tiene todo lo que vivimos en esos primeros años.
ResponderEliminarTu, aprendiste a no caer en los mismos errores. Sin duda porque te hizo mucho daño.
Pero el peor daño hubiera sido que, como muchos otros, asumieras lo vivido como normal y repitieras los errores.
Lo mismo me he liado un poco.
Muy triste y muy emocionante. Un abrazo
Son recuerdos duros que tú afrontas valientemente. Posiblemente tu sobrino sea tímido, o no tan chispeante como otros, porque no me imagino que teniéndote cerca no sea feliz. Si desde pequeñitos vamos forjando el carácter, supongo que tu sobrino con 10 años ya tendrá hecho una gran parte de esa forja. Creo que será suficiente para él tenerte cerca, saber que estás a su lado, y que le ofreces todo ese cariño que sueles propagar en la blogosfera.
ResponderEliminarUn beso enorme.
MUCHAS GRACIAS A TODOS POR VUESTROS COMENTARIOS.
ResponderEliminarAL ESCRIBIR ESTA ENTRADA ME HA OCURRIDO ALGO MUY CURIOSO. ANTES, CUANDO NO OS PONÍA CARA ( A MUCHOS DE VOSOTROS AÚN NO OS CONOZCO EN PERSONA PERO A OTROS MUCHOS SÍ)ME RESULTABA MUY SENCILLO HABLAR DE CIERTOS TEMAS. AHORA SIN EMBARGO ES DIFERENTE PORQUE ME DA VERGÜENZA O NO ME SIENTO MUY CÓMODO HABLANDO DE CIERTOS ASUNTOS.
DESPUÉS DE LEER VUESTROS COMENTARIOS ME DOY CUENTA DE TENER EN VOSOTROS UN FUERTE APOYO Y DESDE AQUI OS QUIERO DAR LAS GRACIAS UNO A UNO.
TAMBIÉN QUIERO DECIROS QUE SOLO QUEDAN RECUERDOS
Y QUE HOY POR HOY ESTOY CONTENTO CON MI VIDA Y LAS COSAS QUE ME ESTAS SUCEDIENDO.
NO TUVE UNA INFANCIA FELIZ PERO ESO ES PARTE DEL PASADO... A VECES ESTE VUELVE PERO ESTÁ TODO SUPERADO.
UN BESO AMIGUETES BLOGGEROS
UT
Cuando leí tu historia pensaba que bien podría haber sido yo ese niño cambiando sólo un par de detalles. Yo aprendí esa lección tan de pequeño que no es que ahora piense que le puede estar pasadon a un niño por la cabeza, sino que se lo aplico a todo el mundo siempre y procuro no hacer daño nunca, sobre todo con las palabras, que físicamente no lo haré nunca. Muchas gracias por compartir con nosotros este recuerdo.
ResponderEliminarUn beso (infantil)