CARTONES

Cuando era un apuesto jovencito dediqué tres años de mi poca experimentada vida a trabajar como voluntario en una ONG llamada "Solidarios para el desarrollo".

Nuestro principal objetivo era hacer compañía a las personas "sin-hogar" (llamados también los sin-techo) durante una par de horas dos veces por semanas. Con el pretexto de ofrecerles un café y un par de magdalenas, conseguíamos que se acercaran a nosotros y entabláramos conversación. Entre los habituales había extranjeros y drogadictos pero lo que más me sorprendió es que muchos de ellos lo habían dejado todo debido a un desamor, un desengaño o un abandono.

La forma de organizarnos era bastante sencilla; Todos los voluntarios nos reuníamos en un sala que nos prestaba al Universidad Complutense de Madrid donde preparábamos los termos con la leche, recogíamos la comida y algo de ropa para repartirla en invierno. Cuando hacía buen tiempo nos juntábamos con los "sin-hogar" siempre en un mismo punto , la estación de Renfe de Atocha pero si el frío era exagerado, hacíamos una ruta por las calles de Madrid buscádoles en sus precarios "refugios" para darles algo caliente y que pudieran sobrellevar mejor las bajas temperaturas.

"Metro" les permitía "alojarse" en un pequeño zulo en una de sus estaciones pero era tan humillante que me producía mucha rabia ver a todos ellos en esas condiciones. Los drogadictos se pinchaban a sus anchas mientras que algún demente cantaba, gritaba o hablaba solo, algunos se emborrachaban con sus cartones de vinos y otros intentaban dormir. La falta de higiene, las discusiones y las peleas eran constantes y ver todo esto en un mismo lugar me producía un horror increíble, incluso llegaba a casa algo tocado.

Con el tiempo y debido a mis nuevas obligaciones tuve que dejar de colaborar con la ONG . Ahora lo recuerdo con cariño porque en nuestras largas charlas aprendí mucho de ellos, mucho de la vida y sobre todo me hizo darme cuenta de que ninguno de nosotros estamos exentos de que nos ocurra algo parecido.

Un beso

UT